DICCIONARIO BÍBLICO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA
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EL DICCIONARIO BÍBLICO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA
1.
Decimosegundo rey del reino norteño de Israel (si se incluye a Tibni en la lista); hijo y sucesor de Jehú. Gobernó 17 años (c 814-c 798 a.C.). El debilitado reino que heredó de su padre sufrió numerosos desastres como castigo por su propia apostasía (2 R. 13:1-3). Dos reyes de Damasco, primero Hazael y luego Ben-adad III, oprimieron a Israel reduciendo sus defensas a 50 soldados de a caballo, 10 carros y 10.000 soldados de a pie (vs 3, 7). Si recordamos que Acab pudo presentar 2.000 carros en batalla sólo 50 años antes, la acentuada declinación militar es evidente.
Desesperado, Joacaz se volvió a Dios, y como resultado de su conversión parcial recibió un alivio inesperado mediante un "salvador" (vs 4, 5), que probablemente fue el rey asirio Adad-nirari III (c 810-782 a.C.). Adad-nirari invadió Siria en el 806 a.C. y obligó al rey de Damasco a pagarle tributo, empobreciendo el reino hasta el punto de que por algún tiempo los reyes de Damasco no pudieron molestar a Israel. Algunos ven evidencias de esta identificación del "salvador" en el hecho de que la 2ª parte del nombre de Adad-nirari, un derivado del verbo acadio narâru ("ayudar"), significa "ayudador" (una palabra estrechamente ligada a "salvador"). Joacaz fue enterrado en Samaria y le sucedió en el trono su hijo Joás (v 9).
2.
Decimoséptimo rey del reino sureño de Judá (2 R. 23:31). Sólo reinó 3 meses (609 a.C.). Su nombre original era Salum (1 Cr. 3:15; Jer. 22:11, 12; cf 2 R. 23:31). Probablemente tomó el nombre de Joacaz cuando ascendió al trono. Después que su padre fue muerto en la batalla de Meguido contra el faraón Necao, Joacaz fue puesto en el trono pordemanda popular, aunque no era el príncipe de más edad. Por pertenecer probablemente al partido antiegipcio, Joacaz continuó con la política de su padre, y después de un reinado de 3 meses fue llamado a Ribla en Siria por Necao, quien lo destituyó y puso en su lugar a su hermano mayor Joacim. Luego fue deportado a Egipto, donde murió (2 R. 23:31-34; 2 Cr. 36:1-4). Un sello de fines del s VII a.C. lleva la inscripción hebrea: "Perteneciente a Joacaz, hijo del rey". Pudo haber pertenecido a Joacaz, hijo de Josías, antes de ascender al trono. Véase Salum 4.
3.
Variante de Ocozías. En hebreo los 2 componentes del nombre están invertidos sin que cambie el significado (2 Cr. 21:17; cf 22: 1). Véase Ocozías 1.
4.
Hombre cuyo hijo Joa fue canciller* (cronista) bajo el rey Josías (2 Cr. 34:8).
1.
Decimoctavo gobernante del reino sureño 644 de Judá. Reinó 11 años (609-598 a.C.). Fue el 2º hijo de Josías (1 Cr. 3:15) y siguió a su hermano menor, Joacaz, en el trono, cuando éste fue depuesto por el faraón Necao y llevado cautivo a Egipto. El nombre original de Joacim fue Eliaquim, "Dios levanta", pero Necao lo cambió a Joacim, que llegó a ser el nombre con que se lo conoció como rey (2 R. 23:34; 2 Cr. 36:4). Joacim parece haber pertenecido al partido pro egipcio, como lo demuestra el que Necao lo considerara un candidato de confianza para poner como rey en Judá. Para pagar el pesado tributo impuesto por Necao, Joacim exigió el pago de un impuesto a toda la población (2 R. 23:35). Se lo describe como un rey malo (2 R. 23:37; 2 Cr. 36:5), que rápidamente deshizo todo lo que su piadoso padre Josías había logrado con sus reformas religiosas. Durante su reinado, Jeremías pidió a Baruc, su ayudante, que pusiera por escrito y levera públicamente una profecía que predecía la inevitable suerte de Judá.
Cuando Joacim supo de ello, pidió que se le leyera el rollo. Molesto por su contenido, lo destruyó y ordenó el arresto de Jeremías y de Baruc (Jer. 36).
Otro profeta, Urías, que proclamó el mismo mensaje de catástrofe, fue ejecutado (26:20-23). Véase Urías 6.
Durante los 3 primeros años de su reinado, Joacim fue aparentemente un vasallo del rey egipcio. Sin embargo, en el 605 a.C., Nabucodonosor derrotó completamente al ejército egipcio en Carquemis y entró en Palestina. Joacim se rindió y Nabucodonosor se llevó algunos de los vasos del templo y un grupo de rehenes, entre los que se encontraban Daniel y sus 3 amigos (Dn. 1:1-6). Esto habría ocurrido un poco antes de la muerte de Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, porque las noticias de la muerte de su padre alcanzaron a Nabucodonosor mientras estaba en viaje hacia Egipto. Joacim llegó a ser vasallo de Nabucodonor durante 3 años, pero se rebeló contra él (2 R. 24:1), aparentemente en un momento en que Egipto resurgía con poder (según la Crónica Babilónica, en el 601 a.C. Egipto le causó grandes pérdidas al ejército de Nabucodonosor).
Entonces Nabucodonosor pemitió que las naciones vecinas de Judá y su propia guarnición invadieran el reino de Joacim. Los babilonios lo capturaron, pero parece que murió antes de ser llevado a Babilonia, quizá por un accidente o tal vez como resultado de los malos tratos de los soldados babilonios (2 R. 24:2; 2 Cr. 36:6). Su muerte debió haber ocurrido a comienzos de diciembre del 598 a.C., porque la fecha de la cautividad de su hijo Joaquín, que ocurrió después de un reinado de 3 meses y 10 días (2 Cr. 36:9), está fechada, por evidencias encontradas en la Crónica Babilónica, el 16 de marzo del 597 a.C. La muerte del rey no fue lamentada. Su cuerpo fue arrojado fuera de la puerta de Jerusalén y enterrado sin ceremonias (Jer. 22:18, 19; 36:30). Su hijo Joaquín lo sucedió en el trono (2 Cr. 36:8).
2.
Descendiente de Judá (1 Cr. 4:22).
Descendiente del rey Saúl por medio de Jonatán (1 Cr. 8:36), llamado Jara*
en 9:42 por la confusión entre las letras hebreas d y r, que son muy similares.
en 9:42 por la confusión entre las letras hebreas d y r, que son muy similares.
Mujer de Jerusalén, madre del rey Amasías de Judá (2 R. 14:2; 2 Cr. 25:1).
Descendiente de Judá que aparece en la genealogía de Cristo (Lc. 3:27).
Aunque las raíces de la parte verbal hebrea de los nombres son diferentes, están emparentadas, y las 2 partes aparecen invertidas. Véanse Conías; Jeconías.
Decimonoveno gobernante del reino sureño de Judá. Sólo reinó 3 meses y 10 días (598-597 a.C.). Fue hijo y sucesor de Joacim, y llegó al trono a la edad de 18 años (2 R. 24:8). En 2 Cr. 36:9 se dice que tenía 8 años, aunque la versión Siríaca y la LXX dicen 18. Que 18 es la cifra correcta lo demuestra el hecho de que tenía suficiente edad para tener "mujeres" cuando fue llevado cautivo a Babilonia al fin de su breve reinado (2 R. 24:15). De acuerdo con tabletas cuneifonnes babilónicas fue padre de 5 hijos sólo 5 años más tarde, lo que confirma haber tenido 18 años y no 8 cuando llegó a ser rey.
La Crónica Babilónica (publicada en 1956) -que trata del 7º año babilónico del reinado de Nabucodonosor (598/97 a.C.)- describe la captura de Jerusalén en el 597 a.C. y la cautividad de Joaquín como también el ascenso de su tío al trono en las siguientes breves frases: Nabucodonosor "acampó contra la ciudad de Judá y el 2º día del mes de Adar tomó la ciudad y capturó al rey. Designó allí un rey de su elección [lit. "corazón"], recibió un pesado tributo y [los] envió a Babilonia". 645 Este texto da una fecha exacta para el comienzo de la cautividad de Joaquín que, en términos de nuestro calendario, sería aproximadamente el 16 de marzo del 597 a.C.
El joven rey se rindió a Nabucodonosor y fue posteriormente llevado cautivo a Babilonia junto con su madre, sus esposas, sus cortesanos y unos 10.000 cautivos, entre los cuales estaba el profeta Ezequiel (2 R. 24:10-16; 2 Cr. 36:9, 10; Ez. 1:1-3; 33:21). En el trono fue puesto el tío de Joaquín: Sedequías (2 R. 24:17).
El joven rey se rindió a Nabucodonosor y fue posteriormente llevado cautivo a Babilonia junto con su madre, sus esposas, sus cortesanos y unos 10.000 cautivos, entre los cuales estaba el profeta Ezequiel (2 R. 24:10-16; 2 Cr. 36:9, 10; Ez. 1:1-3; 33:21). En el trono fue puesto el tío de Joaquín: Sedequías (2 R. 24:17).
No sólo el descubrimiento de la Crónica Babilónica, sino también otros hallazgos en Palestina y Babilonia han arrojado luz sobre el reinado de Joaquín. Tres impresiones sobre arcilla de un sello real fueron halladas en Tell Beit Mirsim y en Bet-semes, en Palestina, y tienen la inscripción: "Perteneciente a Eliaquim, mayordomo de Yaukin" (fig 184); Yaukin es una forma abreviada de Joaquín. Albright tal vez esté en lo cierto con respecto a que ellos son evidencias de que la cautividad de Joaquín tenía la intención de ser sólo temporaria, y que se lo tenía en reserva para ocupar el trono si Nabucodonosor lo encontraba ventajoso. En armonía con este concepto, las propiedades de Joaquín en Palestina no fueron confiscadas por Sedequías, sino que todavía eran administradas en nombre de Joaquín por el mayordomo principal. Varias tabletas cuneiformes de Babilonia apoyan esta opinión. Pertenecen a una colección de 300 que contienen el registro del otorgamiento de raciones gubernamentales a dependientes del palacio durante los años 595 a 570 a.C. En algunas de ellas, del 592 a.C., el "rey Ya'ûkinu de Judá" con 5 de sus hijos y su tutor Kenaías son mencionados como recipientes de las raciones reales. Parece que en ese tiempo Joaquín todavía era considerado rey, estaba en libertad y se podía mover libremente en la ciudad de Babilonia. Su encarcelamiento debió haber ocurrido más tarde, cuando la situación Política de Judá y la inquietud entre los gentiles (Jer. 29) hicieron aconsejable ponerlo en prisión. No fue si no hasta el año 37º de su cautividad cuando Evil-merodac (Amel Marduk), hijo y sucesor de Nabucodonosor, lo liberó de la prisión y lo exoneró (2 R. 25:27-30; Jer. 52:31-34).
Bib.: W. F. Aibright, JBL 51 (1932):77-106; BA 5 (1942):49-55; D. J. Wiseman, ed., Chronicles of the Chaldaean Kings (626-556 a.C.) in the British Museum [Crónicas de los reyes caldeos (626-556 a.C.) en el Museo Británico] (Londres, 1956), pp 32-34, 73.
1.
Padre de Gedeón (Jue. 6:11). Aunque su nombre implica la adoración de Yahweh, tenía un altar a Baal y un objeto de culto de Asera, lo que indicaba que adoraba a esas deidades (6:25). Cuando su hijo Gedeón destruyó el santuario pagano de adoración, los vecinos idólatras amenazaron de muerte a Gedeón, pero Joás defendió a su hijo diciéndoles que su dios Baal se debía defender por sí mismo (vs 27-32).
2.
Octavo gobernante del reino sureño de Judá. Reinó 40 años (c 835-c 796 a.C.). En el 841 a.C., cuando apenas era un niño, su padre Ocozías fue asesinado por el rey Jehú de Israel. Entonces Atalía, la madre de Ocozías se apoderó del trono después de asesinar a todos los hijos de Ocozías menos un hijo pequeño, que fue salvado sólo porque la hermana de su padre, Josaba, esposa del sumo sacerdote Joiada, lo sacó furtivamente y lo ocultó (2 R. 11:1-3; 2 Cr. 22:10-12). En el 7º año del reinado de Atalía, Joiada presentó al joven príncipe a los oficiales del ejército y consiguió su apoyo para destronar a Atalía y poner como rey a Joás. Bajo la protección del ejército se puso en marcha el plan y el niño fue proclamado rey en el templo. Atalía, atraída por las aclamaciones, se dirigió a ese lugar, pero luego fue muerta (2 R. 11:4-16; 2 Cr. 23:1-15).
Joiada se puso de inmediato a restaurar la adoración de Dios y a destruir el templo de Baal. Cuando el joven rey llegó a la adultez, reparó el templo, que ya tenía unos 150 años de existencia, pero dejó que los lugares altos continuaran como lugares de adoración (2 R. 11:17-12:16; 2 Cr. 23:16-24:16). Sin embargo, después de la muerte de Joiada, el rey cambió considerablemente y llegó a adorar a Asera y otros ídolos. Reprendido por el hijo de su protector, Zacarías, ordenó que lo apedrearan (2 Cr. 24:17-22; cf Lc. 11:51). También sufrió una seria derrota militar cuando Hazael de Damasco invadió Judá después de tomar la ciudad filistea de Gat. Pudo tranquilizar a los arameos entregándoles todos los tesoros del palacio y del templo (2 R. 12:17, 18; 2 Cr. 24:23, 24). Poco después de su derrota fue asesinado en su cama por 2 de sus propios cortesanos (2 R. 12:20, 21; 2 Cr. 24:25, 26). Fue enterrado en la ciudad de David, pero no en las tumbas reales. Su hijo Amasías lo sucedió en el trono.
3.
Hijo del rey Acab de Israel (1 R. 22:26; 2 Cr. 18:25). 646
4.
Decimotercer rey del reino norteño de Israel (si se incluye a Tibni en la lista). Joás sucedió a su padre, Joacaz, como el 3º, rey de la dinastía de Jehú, y gobernó 16 años (c 798-c 782 a.C.). Retuvo la adoración nacional de los becerros de Jeroboam, pero fue un admirador de Eliseo, de quien recibió la promesa de que derrotaría a los arameos (2 R. 13:10-19). Fue un guerrero de éxito, y en 3 campañas contra Ben-adad III recuperó los territorios de la Transjordania que su padre había perdido (v 25). Parece que al principio sus relaciones con Judá habrían sido cordiales, porque cuando Amasías preparó una campaña contra los edomitas, puso un gran ejército de israelitas al servicio del rey de Judá. Sin embargo, antes de iniciar la campaña, Amasías los envió de vuelta por consejo de un profeta.
Esto ofendió a los soldados israelitas, quienes, como venganza, asolaron la sección noroeste del reino de Judá (2 Cr. 25:5-10, 13). Después que Amasías regresó victorioso de la campaña edomita, declaró la guerra a Joás de Israel, quizá en un intento de vengarse por el daño hecho por los soldados israelitas. El rey Joás se sintió molesto y fue a batalla contra el reino del sur con mucha vacilación, describiendo con desprecio el enfrentamiento por medio de la parábola del cedro y el espino (2 R. 14:8-10; 2 Cr. 25:17-19). En la batalla de Bet-semes, Amasías fue derrotado, y el victorioso Joás saqueó Jerusalén y rompió unos 400 codos del muro de la ciudad antes de retirarse con su botín y sus rehenes (2 R. 14:11-14; 2 Cr. 25:20-24). Una estela de Adad-nirari III (810-782 a.C.) descubierta en Tell er-Rimah, Irak, enumera a "Joás el samaritano" entre los reyes extranjeros que pagaron tributo al rey asirio. Que fuera capaz, evidentemente, de vivir en paz con los asirios, lo fortaleció en su tierra y le dio libertad para luchar con éxito contra sus vecinos. Hay evidencia de que su hijo, Jeroboam II, estuvo asociado con él en el trono por unos 11 años.
Joás fue enterrado en las tumbas reales de Samaria (2 R. 14:16). Véase Cronología (V, B).
Bib.: S. Page, Iraq 30 (1968):139-153.
5.
Descendiente de Judá, de la familia de Sela (1 Cr. 4:22).
6.
Benjamita de la familia de Bequer (1 Cr. 7:8).
7.
Benjamita de Gabaón que se unió a David en Siclag (1 Cr. 12:3).
8.
Supervisor de los almacenes de aceite de David (1 Cr. 27:28).
1.
Hijo de Isacar (Gn. 46:13). Véase Jasub 1.
2.
Piadoso creyente en el verdadero Dios que vivió en la tierra de Uz;* el personaje central del libro de Job (Job 1:9). Ezequiel (14:14, 16, 20) y Santiago (5:11) se refieren a él como un ejemplo ideal de paciencia y rectitud. Sin duda, Job vivió en la época patriarcal, como lo sugiere el marco social, histórico y cultural del libro. Parece que Job era un hacendado muy rico (1:3, 4; 42:12), un líder honrado y respetado por sus vecinos a causa de su sabiduría y buenos consejos, y alguien preocupado en forma práctica por el bienestar de todos los que necesitaran su ayuda (29:7-17). Vivía en una "ciudad" y aparentemente era uno de sus ancianos (v 7). Desde un punto de vista humano no había explicación razonable acerca de por qué un hombre recto como Job tenía que sufrir las terribles calamidades que cayeron sobre él (1:13-21). Tampoco él entendía por qué le habían sucedido esas desgracias; sin embargo, mantuvo su confianza en Dios (cp 23). A pesar del razonamiento equivocado de su esposa y de Elifaz, Bildad, Zofar y Eliú (2:9, 11; 32:2), no se quebró su "integridad". Al final Dios reprendió severamente la filosofía errada de sus amigos: que las calamidades eran una retribución divina por sus errores (42:7). El punto crucial en la experiencia de Job fue su oración por sus amigos, y Jehová le "aumentó al doble todas las cosas que" había tenido antes (v 10).
Bib.: FJ-AJ i.6.4.
Dramático poema de la experiencia humana. En las Biblias hebreas impresas, el libro de Job está en la 3ª sección (Hagiógrafos o Escritos), y se ubica entre Salmos y Proverbios. En la LXX, la Vulgata y las traducciones modernas aparece como el primero de los Poéticos. Desde tiempos antiguos el libro fue y es tenido en alta estima, puesto que el sufrimiento y los chascos inexplicables han sido y son siempre la suerte del hombre, y el ejemplo de Job le ha servido de esperanza, solaz y ánimo en la desgracia. La dramática forma dialogada y las imágenes gráficas del libro son fascinantes, aun en las traducciones. Como pieza literaria fácilmente merece un lugar entre los grandes clásicos de todos los tiempos.
Una antigua tradición judía, no unánime, atribuye el libro a Moisés, aunque los eruditos modernos han sugerido a Eliú, a Salomón y a Esdras como posibles autores. Para asignar la autoría del libro a Moisés 647 se sugieren las siguientes razones. 1. Moisés peregrinó en Madián (Ex. 2:15), que tal vez se hallaba cerca de la tierra de Uz; ésta parece haber estado en la tierra de Edom o cerca de ella (Lm. 4:21). Así, durante su peregrinaje por Madián, Moisés se habría familiarizado con Job, con sus descendientes o con quienes lo conocieron personalmente. 2. Siendo versado en "toda la sabiduría de los egipcios" y "poderoso en sus palabras y obras" (Hch. 7:22), Moisés indudablemente poseía la capacidad literaria para escribir esta obra maestra de la poesía. En años recientes han aparecido textos en escritura* alfabética semítica del mismo período de Moisés en la región por donde éste anduvo, destruyendo la posición crítica de que la escritura no era conocida en sus tiempos. El fuerte sabor árabe que satura la narración de Job, unida a las alusiones a la vida y costumbres egipcias que resaltan en el libro, señalan a un autor que estuvo personalmente al corriente de ambas culturas. 3. El concepto de Dios como Creador, reflejado en los cps 38-41, armoniza con la narración del Génesis escrita por Moisés. 4. Además, ciertas palabras que se encuentran en el libro de Job aparecen también en el Pentateuco, pero muy raramente en otros libros del AT. Una ilustración notable es Shaddai , "el Todopoderoso", que aparece 31 veces en Job y 6 veces en Génesis, y sólo 8 veces en todo el resto del AT.
Palabras que aparecen en Job y el Pentateuco, pero en ninguna otra parte son: {âjû, " pradera"; tenû'âh, "oposición", "asombro"; nêts, un ave inmunda, pâlîl, "juez"; yârat, "arrojar". Véase Antiguo Testamento.
Los argumentos contra la autoría mosaica de Job, sobre la base de diferencias de estilo al compararlo con otros escritos de Moisés, no pueden ser tomados en serio en vista de la gran diferencia de contenido.
El argumento de que Job se parece a la así llamada "literatura sapiencial" de un período posterior de ningún modo impide que pudiera existir ese tipo de escritos en épocas muy anteriores. Los datos históricos en el libro, aunque muy escasos, implican claramente que Job fue una persona real, a cuya experiencia se ha añadido un informe inspirado del trasfondo sobrenatural de la tragedia que le ocurrió.
Siguiendo un sencillo esquema-registro histórico, el libro prescrita la solución al problema del sufrimiento en una serie de diálogos entre Job y sus amigos; y más tarde, entre Job y Dios. Luego se añade un breve epílogo histórico que informa de la culminación de su experiencia. La pregunta clave es: "¿Por qué sufren los justos?" Su respuesta: Satanás es el autor del sufrimiento, como también el de la teoría de que es un castigo divino por el pecado. El dolor es el resultado de la operación del genio del mal que actúa en el universo, y no necesariamente de los actos equivocados del sufriente. El papel de Dios en el sufrimiento humano se limita a permitir que exista. Esto no significa una negación de la ley de la recompensa y del castigo (por ejemplo, el diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra y de los ejércitos asirios, etc.; véase Gá. 6:7-9). Es cierto que el persistente rechazo de aceptar la voluntad divina producirá desgracias (Ex. 23:30-33; Dt. 28; Sal. 1; Jer. 31:29, 30; Ez. 18), pero que el dolor sea un resultado natural del pecado que opera en el universo, no necesariamente implica que se lo pueda atribuir a un pecado particular. En un mundo en el que prevalece el pecado, a menudo los justos sufren junto con los culpables, mientras que algunas veces los impíos parecen prosperar por un tiempo (cf Sal. 37:7; Jer. 12:1).
Cuando se abre la narración, Job está en la cumbre de la prosperidad: es un hombre "perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1:1). Pero repentinamente, y sin causa aparente, se lo reduce a la situación en que la muerte parece más deseable que la vida (1:13-21 2:9; 3:1-3, 20, 21): sin embargo, "en todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno" (1:22). En base a la tradición de que el sufrimiento es castigo por el pecado, la esposa de Job juzga la situación como desesperada (2:9), y sus mejores amigos, que presumiblemente vinieron a consolarlo (v 11), sólo logran profundizar su miseria (16:2). A Job le parece que aun Dios ya no lo entiende ni se interesa por él (cp 23).
Aparentemente abandonado, tanto por Dios como por los hombres, y postrado en un profundo y oscuro abismo de desánimo, sin embargo mantiene encendida, aunque vacilante, la llama de la fe. No pretende estar sin pecado, pero protesta porque no conoce ninguna explicación racional de su sufrimiento, basado en la premisa de que el castigo es la retribución por un supuesto crimen. En un supremo acto de fe entrega su camino a Dios, aun en la muerte, confiado de que a su tiempo Dios tendrá "afecto a la hechura" de sus manos (14:12-15). Su fe en que Dios es bueno lo lleva a triunfar sobre las circunstancias más abrumadoras. Lenta, pero segura, su fe lo levanta del abismo en el que Satanás lo había arrojado, hasta que finalmente Dios le aclara la visión como para ver al problema en su verdadera perspectiva: desde el punto de vista 648 de la filosofía divina. La paciencia e integridad de Job, a pesar de las tragedias abrumadoras, vindica la justicia de Dios en su trato con los hombres y refuta la teoría de que el sufrimiento es una retribución divina por la mala conducta humana.
Aparentemente abandonado, tanto por Dios como por los hombres, y postrado en un profundo y oscuro abismo de desánimo, sin embargo mantiene encendida, aunque vacilante, la llama de la fe. No pretende estar sin pecado, pero protesta porque no conoce ninguna explicación racional de su sufrimiento, basado en la premisa de que el castigo es la retribución por un supuesto crimen. En un supremo acto de fe entrega su camino a Dios, aun en la muerte, confiado de que a su tiempo Dios tendrá "afecto a la hechura" de sus manos (14:12-15). Su fe en que Dios es bueno lo lleva a triunfar sobre las circunstancias más abrumadoras. Lenta, pero segura, su fe lo levanta del abismo en el que Satanás lo había arrojado, hasta que finalmente Dios le aclara la visión como para ver al problema en su verdadera perspectiva: desde el punto de vista 648 de la filosofía divina. La paciencia e integridad de Job, a pesar de las tragedias abrumadoras, vindica la justicia de Dios en su trato con los hombres y refuta la teoría de que el sufrimiento es una retribución divina por la mala conducta humana.
El poema está compuesto por 3 partes: 1. Job debate el problema con sus amigos: Elifaz, Bildad y Zofar (cps 3-31). 2. Job lo discute con Eliú (32:1-37:24). 3. Dios interviene y le explica el problema a Job (cps 38-42).
El debate con Elifaz, Bildad y Zofar consta de 3 ciclos, cada uno de los cuales tiene 3 discursos de Job y 1 de cada uno de sus 3 amigos como respuesta (excepto en el 3º ciclo, donde no hay discurso de Zofar).
Los discursos de los 3 amigos han sido comparados con ruedas que giran en el mismo eje, porque todos intentan demostrar que la desgracia es el castigo divino por el pecado.
Después del prólogo en prosa (Job 1:1-2:13) -que presenta el escenario en el que se encuentra a Job postrado sobre un montón de ceniza y rodeado de sus 3 bienintencionados aunque equivocados amigos- comienza el 1º, ciclo de discusión (3:1-11:20). Job pronuncia 3 discursos y, por turno, le responden Elifaz, Bildad y Zofar; en ellos cuenta su aflicción y expresa su incapacidad de comprender por qué Dios permitió que todo eso le aconteciera. Sus amigos afirman que debió haber cometido algún pecado horrendo para merecer un castigo semejante, y lo llaman a arrepentirse.
En el 2º ciclo Job sostiene su integridad: él no es culpable de tal pecado (12:1-20:29). Luego lamenta las injustas e inmisericordes acusaciones de sus presuntos "consoladores", y afirma su creencia de que Dios algún día vindicará su causa.
Otra vez responden por turno los amigos reprendiéndolo por sostener una integridad que, a causa de su concepto errado del sufrimiento como castigo por pecados específicos, es crasa impiedad. El 3º ciclo (21:1-31:40) presenta otra vez 3 discursos de Job en los que acota que los malvados a veces prosperan, así como los justos a veces sufren. Apela a Dios a prestar atención a su caso, repasa su experiencia y sostiene su inocencia. Elifaz responde al 1º, discurso de Job; Bildad, al 2º. Lo llaman a arrepentirse, y procuran demostrar que es necio al desear que Dios lo justifique. Silenciados, Elifaz, Bildad y Zofar se retiran del escenario.
Luego aparece Eliú, un joven que ha estado observando la escena, quien ofrece otro enfoque filosófico del tema (cps 32-37): el razona que el sufrimiento no es tanto castigo divino como disciplina correctiva. Después que Eliú habla por algún tiempo, Dios interviene (cps 38-41), y en 3 discursos enfatiza su preocupación por el bienestar del hombre. Dirige la atención de Job a innumerables aspectos del mundo natural, los cuales revelan a Dios como el creador y sustentador de todas las cosas. Si Dios se interesa por todas ellas, ¿puede dejar de interesarse por Job en su abyecta miseria? El clímax llega en una declaración de la omnisciencia y omnipotencia de Dios (41:34). Por tanto, Job puede tener confianza implícita en él. En el epílogo en prosa (cp 42), Job reconoce el gran poder y la sabiduría del Creador. Por medio de su experiencia ha obtenido una apreciación más rica y profunda de Dios y por las formas en que trata con el hombre. Luego el Señor denuncia la falsa filosofía de Elifaz y de sus compañeros y lo llama a orar por ellos (42:7), pero no incluye a Eliú en su censura. Luego quita "la aflicción de Job" y le da el "doble de todas las cosas que habían sido de Job" (v 10). Una rica recompensa aguarda a todos los que soportan las vicisitudes de la vida con paciencia y valor, una retribución que los compensará con creces por todo lo que tuvieron que soportar por causa del pecado, "cien veces más ahora en este tiempo... y en el siglo venidero la vida eterna" (Mr. 10:30; véase CBA 3:493-497).
1.
Hijo de Joctán (Gn. 10:29; 1 Cr. 1:23).
2.
Rey de Edom, originalmente de Bosra (Gn. 36:33; 1 Cr. 1:44).
3.
Rey de la ciudad de Madón, miembro de una coalición del norte que peleó contra Josué, pero fue derrotado junto a las Aguas de Merom (Jos. 11:1-8; 12:19).
4 y 5.
Dos hombres de la tribu de Benjamín (1 Cr. 8:9, 18).
Esposa de Amram y madre de María, Aarón y Moisés (Ex. 21-4; 6:20; Nm. 26:59).
Pueblo en la región montañosa de Judá (Jos. 15:56), que probablemente es Khir-bet Raqa{, a unos 6, 5 km al sur de Hebrón. Algunos opinan que es idéntico a Jorcoam.*
1.
Pueblo en la vecindad de Abel-mehola (1 R. 4:12). Algunos identifican este pueblo con Jocmeam 2, y algunos otros con Jocneam 2,* 649 pero estas identificaciones no se pueden sustentar en forma definitiva.
2.
Ciudad en el territorio de Efraín asignada a los levitas (1 Cr. 6:68). Puede ser la llamada Kibsaim* en Jos. 21: 22.
1.
Ciudad real de Canaán, ubicada en la región del monte Carmelo (Jos. 12:22). Era un pueblo en la frontera de Zabulón (19:11), y fue asignada a los levitas meraritas (21:34). Se la ha identificado con Tell Qeimûn, a unos 11 km al noroeste de Meguido.
2.
Algunos identifican con este nombre a Jocmeam* 1.
Hijo de Abrahán y Cetura (Gn. 25:1-3; 1 Cr. 1:32). Llegó a ser el antepasado de Dedán y Seba, tribus de Arabia.
Descendiente de Sem, por medio de Heber, y antepasado de 13 tribus de Arabia (Gn. 10:25-29; 1 Cr. 1:19-23). Mapa IV, C-6.
1.
Pueblo en Judá cerca de Laquis (Jos. 15:33, 38); no identificado.
2.
Nombre dado por Amasías, rey de Judá, a Sela, la capital de los edomitas (2 R. 14:7).
Descendiente de Benjamín (Neh. 11:7).
1.
Hijo mayor de Samuel (1 S. 8:2) y padre de Hemán, el cantor del tiempo de David (1 Cr. 6:33; 15:17). El primogénito de Samuel es llamado Vasni.* El nombre Joel fue probablemente omitido por negligencia por algún escriba.
Con la ayuda de la versión griega de Luciano y la Siríaca, el texto se puede reconstruir del siguiente modo: "Y los hijos de Samuel; el primogénito Joel y el segundo Abías".
2.
Príncipe de Simeón que tomó ricas tierras de pastoreo en Gedor (1 Cr. 4:35-41).
3.
Descendiente de Rubén (1 Cr. 5:4, 8).
4.
Jefe gadita en Basán (1 Cr. 5:12).
5.
Levita coatita, antepasado de Samuel (1 Cr. 6:36), que algunos consideran idéntico con el Saúl del v 24. Véase Saúl 4.
6.
Jefe de la tribu de Isacar (1 Cr. 7:3).
7.
Valiente de David, hermano de Natán (1 Cr. 11:38), considerado por algunos como idéntico a Igal 2, o emparentado con él (2 S. 23:36).
8.
Levita gersonita que con otros 130 levitas ayudó a David a traer el arca de la casa de Obed-edom hasta Jerusalén (1 Cr. 15:7, 11, 12).
9.
Levita gersonita. El y su hermano fueron puestos a cargo de los tesoros dedicados a Dios en tiempos de David (1 Cr. 23:8; 26:21, 22).
10.
Jefe de la media tribu occidental de Manasés en tiempos de David (1 Cr. 27:20).
11.
Levita coatita que ayudó a limpiar el templo en tiempos de Ezequías (2 Cr. 29:12).
12.
Hombre de la familia de Nebo; se había casado con una mujer extranjera en tiempos de Esdras (Esd. 10:43).
13.
Prefecto benjamita que vivía en Jerusalén (Neh. 11:9).
14.
Profeta, autor del libro que lleva su nombre (<>Jl 1:1>). Véase <>Joel, Libro de>.
Segundo de los así llamados Profetas Menores. En las Biblias hebreas, Joel se encuentra, al igual que en las españolas, entre Oseas y Amós, aunque en la LXX se halla como 4º entre los Profetas Menores, y sigue a Miqueas, Oseas y Amós.
Nada se sabe del autor, ni de su historia, fuera de que era hijo de Petuel (Jl. 1:1).
La obra no contiene información histórica ni cronológica que ayude a definir la fecha de su composición. Los estudiosos conservadores de la Biblia atribuyen el libro a los ss IX o VII a.C. Los que sugieren el s IX a.C. señalan que ni Asiria ni Babilonia son mencionadas como enemigas de Judá (cf 3:4-6, 19), lo que se esperaría si el libro se hubiera escrito én el s VIII o más tarde. Que Joel no mencione algún rey de la época en que profetizó es citado como evidencia de que fue escrito durante la regencia de Joiada, mientras Joás era todavía muy niño (2 R. 11:17-12:2), c 825 a.C.
También se resalta de que no tiene alguna denuncia severa por los pecados que son característicos en tiempos de los profetas posteriores, en realidad, no semenciona ningún pecado nacional. Los defensores de que fue escrito en el s VII a.C. asignan el ministerio de Joel a los primeros días del reinado de Josías (c 635 a.C.), cuando el poder de Asiria estaba desapareciendo y el de Babilonia todavía no se hacía notar. Por cuanto Josías llegó al trono siendo niño, se conjetura que debió haber vivido bajo un regente. Se cita en apoyo de este punto de vista el hecho de que Tiro y Sidón (Jl. 3:4-6) no aparecen en la historia como enemigos de Judá 650 hasta las décadas finales de su historia. Presumiblemente, también, los judíos tuvieron poco contacto con los griegos en el s IX a.C. (v 6).
El libro es una obra maestra de la forma poética hebrea, señalada por una organización sistemática, un hábil uso del lenguaje, una sintaxis bien equilibrada y vívidas figuras literarias. Es un clásico de la literatura profética hebrea, que no ha sido sobrepasado en la vitalidad de sus descripciones y lo pintoresco de su dicción. En la sublimidad de su estilo se encuentra junto a Isaías y Habacuc.
El mensaje del profeta aparece en la forma de un sermón o una serie de sermones dirigidos a todo Israel (2:19-21; 3:4, 9, 11, 13). El tema es la reforma. El mensaje se inicia con un severo cuadro de lobreguez, pero se cierra con una breve vislumbre de gloria. El profeta explica por qué se necesita una conversión, llama la atención a las calamidades que Dios envió para recordarle su necesidad a su pueblo, enfatiza la urgencia de la reforma y destaca que eso implicará que sea genuina, y luego enfoca sus resultados.
El libro se puede dividir en 2 secciones: 1. La adversidad y el llamado al arrepentimiento (1:1-2:17). 2. La promesa de liberación y restauración (2:18-3:21). Primero, Joel hace una vívida descripción de la angustia causada por una severa plaga de langostas, que describe bajo el símbolo de un ejército invasor (1:4-6). La plaga es más severa que cualquier otra de las últimas 5 generaciones (vs 2, 3), y, como resultado, el país ha quedado privado de verdor (vs 6, 7); cosecha tras cosecha ha quedado arruinada (vs 11, 12), y no queda suficiente ni siquiera para las ofrendas de la casa de Dios (vs 9, 10). En vista de la crisis que afronta la nación, Joel llama a un período de ayuno y cita a los habitantes de la tierra al templo para una solemne asamblea (1:14). Acompañando la plaga de langostas hay una severa sequía (vs 15-20), tan severa que la nación está amenazada de extinción, y con ello, "el día de Jehová"* (1:14, 15; 2:1). La calamidad presente presagia un tiempo de retribución divina. En 2:2 el profeta repite lo que ya ha dicho en 1:2 y 3 con respecto a la severidad de la plaga y al sufrimiento sin precedente que ha traído consigo. Aún entonces la tierra de la apariencia de haber sido arrasada con fuego (2:3). En los vs 4-11 las langostas son llamadas el "ejército" de Jehová, cuya venida nadie puede soportar, a menos que Dios intervenga (v 11). Aquí Joel compara las langostas con una horda de jinetes invasores que cubren el campo como una marea. En los vs 12-17 el profeta dirige su atención a lo que el pueblo de Dios debe hacer en vista de la crisis que afronta. Nada menos que un arrepentimiento de todo corazón, de hecho y no sólo aparente, será suficiente para evitar la completa aniquilación, y se amonesta a la gente a rasgar los corazones y no la vestimenta cuando se reúnan ante Jehová.
Para enfatizar la urgencia de la reforma, el profeta cita a los ancianos, a los niños y a los que maman para que acompañen a los hombres y mujeres de Israel en asamblea solemne de la nación; incluso deberán posponerse las festividades matrimoniales (v 16; cf 1:8).
A partir del cp 2:18 se da por sentado que la gente ha respondido a la citación del profeta. Se han reunido ante Jehová, se arrepintieron de todo corazón, y ahora esperan la bondadosa respuesta de Dios. El primer efecto de su arrepentimiento es la eliminación de la plaga de langostas.
Dios promete granos, vino y aceite suficientes para satisfacer las necesidades de todos, pero tiene aún mayores bendiciones preparadas para su pueblo (v 21). No sólo enviará las esperadas lluvias temprana y tardía -en el otoño y la primavera respectivamente-, sino que el suelo será tan productivo como para reponer las pérdidas ocasionadas por la plaga de langostas: "Comeréis hasta saciaros" (vs 23-26). La bendición de Dios no sólo se limitará a satisfacer sus necesidades materiales. Así como derrama la lluvia temprana y la tardía sobre el suelo, derramará su Espíritu sobre los corazones de la gente (vs 28, 29). Luego, señales extraordinarias en el mundo natural anunciarán la venida del "día grande y espantoso de Jehová" (vs 30, 31), pero el pueblo de Dios no necesita temer, porque todo el que "invocare el nombre de Jehová será salvo" (2:32).
En lugar de ser un día de juicio sobre Israel (cf 1:15; 2:1), el día de Jehová será un tiempo de juicio sobre las naciones paganas que oprimieron al pueblo de Dios (3:1-17). Como aparece en repetidas ocasiones entre los profetas del AT (Ez. 38:8, 23; Sof. 3:8, 9; Zac. 12:2-10; 14:2-13; etc.), se presenta a Dios como reuniendo a las naciones paganas en las cercanías de Jerusalén, donde ejecutará juicios sobre ellos. Los fenicios (Jl. 3:4) y los griegos (v 6), que se reunirán en el "valle de Josafat" con el propósito de tomar la ciudad de Jerusalén (v 2), representan aquí a todos los opresores de Israel. Una vez que los paganos reunidos estén a punto de capturar la ciudad, Dios hace venir a los "fuertes" (v 11). Libera a su pueblo y aniquila 651 a sus enemigos (vs 1, 16). Nunca más las naciones oprimirán a Israel, y la tierra de Judá será de perpetua fertilidad y belleza. De generación en generación el Señor habitará en medio de su pueblo (vs 20, 21; véase CBA 4:961, 962). Para un análisis de las profecías de esta índole, véase Profeta.
Guerrero de Gedor que se unió a David en Siclag (1 Cr. 12:7).
Descendiente de Coré que se unió a David en Siclag (1 Cr. 12:6).
Pueblo fortificado de Gad (Nm. 32:35; Jue. 8:11), ahora la aldea moderna de Jubeihât, a unos 9,5 km al noroeste de Amán. Mapa VI, E-4.
Descendiente de Dan (Nm. 34:22).
1.
Descendiente de Benjamín (1 Cr. 8:16).
2.
Tizita, uno de los valientes de David (1 Cr. 11:45).
1.
Hijo de Carea y capitán del ejército de Sedequías que se libró de ser capturado en ocasión de la destrucción de Jerusalén. Más tarde se encontró con Gedalías, en Mizpa, quien había sido designado gobernador de Judá por Nabucodonosor, y se puso a sus órdenes. Cuando supo del complot de Ismael para matar a Gedalías, advirtió a éste, pero no logró convencerlo de las intenciones de Ismael. Cuando el complot se materializó y Gedalías fue asesinado, Johanán condujo las fuerzas que persiguieron a Ismael y recuperaron a los cautivos. Buscó el consejo de Jeremías con respecto a los planes que estaban proponiendo de irse a Egipto, y Jeremías le aconsejó en contra de ese paso. Sin embargo, Johanán llevó adelante su plan (2 R. 25:22, 23; Jer. 40:8, 9, 13-16; 41:11-16; 42:1-43:7).
2.
Hijo mayor del rey Josías de Judá. Habria muerto joven (1 Cr. 3:15), ya que no sucedió a su padre en el trono y no se lo menciona en otra parte.
3.
Descendiente de David (1 Cr. 3:24).
4.
Miembro de la familia de sumo sacerdotes de la casa de Sadoc (1 Cr. 6:9, 10).
5.
Benjamita que se unió a David en Siclag (1 Cr. 12:4).
6.
Gadita que se unió a David en Siclag y más tarde fue oficial en el ejército de David (1 Cr. 12:12; cf v 14).
7.
Levita coreíta que estaba a cargo del 6º grupo de porteros del templo designados por David (1 Cr. 26:3).
8.
Comandante de 280.000 hombres del ejército de Josafat (2 Cr. 17:15); posiblemente Johanán 9.
9.
Hombre cuyo hijo Ismael, un oficial del ejército, apoyó a Joiada en la rebelión contra la reina Atalía (2 Cr. 23:1); posiblemente Johanán 8.
10.
Descendiente de Efraín (2 Cr. 28:12).
11.
Hombre de la familia de Azgad; acompañó a Esdras desde Babilonia con 110 hombres (Esd. 8:12).
12.
Hombre que estaba casado con una mujer extranjera en tiempos de Esdras, de la familia de Bebai (Esd. 10:28).
13.
Hijo de Tobías el amonita (Neh. 6:18).
14.
Sacerdote y jefe de una de las familias en tiempos del sumo sacerdote Joiacim (Neh. 12:13).
15.
Sumo sacerdote en los días de Esdras. Se lo llama hijo de Eliasib en Neh. 12:23, pero en el v 22 aparece como sucesor de Joiada, que sucedió a Eliasib. De modo que el término hijo* se usa aquí sin duda con el sentido de nieto, como lo confirma Josefo. En Neh. 12:11 se lo llama Jonatán, quizá por un error del copista o porque tal vez era un nombre alternativo para Johanán. Pudo haber sido el Johanán en cuya habitación, presumiblemente en el área del templo, Esdras se retiró y ayunó cuando supo que muchos judíos que habían regresado estaban casados con mujeres extranjeras (Esd. 10:6). Los papiros de Elefantina confirman a Johanán como sumo sacerdotes en el 410 a.C., y probablemente también en el 407 a.C., cuando fueron escritos los papiros que contienen su nombre con la forma Yehôjânân (fig 448; los judíos de Elefantina pedían permiso para reconstruir su templo, que los egipcios habían destruido).
Josefo, que habla de él como de Juan, dice que mató a su propio hermano Jesús en el templo, cuando éste intentaba quitarle el sumo sacerdocio por medio de influencias con los persas. Esto dio, a su vez, una oportunidad a Bagoses, el general de Artajerjes II, de tomar severas medidas contra los Judíos. Esta información puede ser correcta, porque los papiros de Elefantina dan el nombre del gobernador del tiempo 652 de Johanán como Bigvai, el equivalente persa del gr. Bagoas o Bagoses.
Bib.: FJ-AJ xi.7.1.
16.
Uno de los que ayudaron a Nehemías en la dedicación del muro de Jerusalén (Neh. 12:42).
Sumo sacerdote en la Jerusalén postexílica, hijo de Jesúa y padre de Eliasib (Neh. 12:10, 12, 26).
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